Los valores de José Artigas

Discurso del Coordinador general José Castro en ocasión del Acto del 19 de Junio de 2022

 

Querida comunidad educativa; queridos docentes, familias y alumnos rosarinos.

Me toca el altísimo honor de evocar a José Artigas, Padre de la Patria. Quiere Dios que lo hagamos en esta casa, la casa de la Eucaristía, el templo donde el pueblo católico se encuentra con los sacramentos de la fe.

 

Es así que hoy recordamos a José Artigas no sólo como el implacable estratega militar, el criollo, el caudillo, el visionario, el Jefe de los Orientales, genio de la historia, el más brillante patriota de América del Sur. Hoy reflexionamos sobre las raíces religiosas y morales que lo llevaron a simbolizar el profundo sentimiento democrático, tolerante, igualitario, que hoy su legado inspira a nuestra Patria.

Hijo de un católico franciscano, nacido y criado en un ambiente católico, bautizado dos días después de su nacimiento en la parroquia de la Inmaculada Concepción de Montevideo, integró la cofradía de María Santísima del Rosario, estudió en el convento franciscano San Bernardino y fue devoto de María del Carmen, Artigas vio influida su personalidad por los valores cristianos que lo acompañaron toda su vida.

Los religiosos que educaron al Prócer en su juventud sostenían que “la soberanía no radica en el rey sino en el pueblo; la autoridad le llega al gobernante no de Dios sino del pueblo”. Es de aquí que se comprende mejor el contexto de su máxima “Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa ante vuestra presencia soberana”. Un pensamiento revolucionario para la época. Un pensamiento cristiano.

La concepción democrática de Artigas se gestó gracias a su fe cristiana. La fe le enseñó la vinculación que cada hombre y cada pueblo tiene con Dios; la fe le enseñó los derechos inalienables de cada persona humana que Dios creó, sin distinciones fundamentales, a su imagen y semejanza; la fe le enseñó la igualdad de todos los hombres, porque todos somos hijos del mismo Padre común que está en los cielos; la fe le enseñó la libertad de los hijos de Dios; la fe le enseñó la generosidad en el sacrificio al servicio del pueblo; la fe le enseñó la nobleza de los humildes y la dignidad de la pobreza. Todos los hechos que rodean a José Artigas están signados por su condición de católico. Como dijo el Papa Juan Pablo II en su visita al Uruguay: “vuestra Patria nació católica”.

El lugar donde Artigas se preocupó más por la cultura y la educación de su pueblo fue en su cuartel general en Purificación. Lugar que fue llamado Purificación debido al calendario litúrgico, que en la época colonial celebraba la  “Purificación de la Bienaventurada Virgen María”. Ese sitio estratégico escogido por Artigas tenía entonces una impronta mariana, por la Virgen María, y una impronta mesiánica, por el Niño Jesús.

Firmó allí la primera disposición para iniciar una institución cultural en nuestro suelo: la biblioteca popular que ideó junto al sacerdote Dámaso Antonio Larrañaga. Dispuso allí también dos sacerdotes -Lamas y Otazú- para la creación de la “Escuela de la Patria”, hecho considerado como la piedra fundamental de la educación católica nacional. La preocupación de Artigas era llevar adelante una educación que debería inspirar en los estudiantes “el más alto entusiasmo por sostener su libertad”.

Fue también en Purificación donde Artigas suscribió y dio a conocer el revolucionario “Reglamento de Tierras”, proclamando que “los más infelices serán los más privilegiados”, en una enunciación sin dudas también enmarcada desde su profundo humanismo cristiano.

El final de la vida de José Artigas en el Paraguay, lo encontró también muy aferrado a sus valores. Los pobres de Ibiray, que tanto querían a José Artigas, se reunían con él a rezar el rosario. Oraban junto a Artigas y lo hacían incluso en guaraní.

Como reflexionara Zorrilla: “ese viejo de poncho que reza en Asunción el rosario que aprendió de niño en Montevideo, es la fe sincera, incontaminada, de la que brotó, como cosa sagrada, bajada del cielo, la independencia americana. Al igual que su hermano patriota George Washington que también rezaba de viejo las oraciones que aprendió de niño en su honrado hogar inglés”.

Artigas en el Paraguay era un anciano alegre y sonriente. Amó muy especialmente a los niños. El centro de su vida allí era la caridad, el amor a Dios y al prójimo. Como fiel discípulo de Jesús le gustaba enseñar a los niños la doctrina cristiana. Artigas fue catequista de los niños en Ibiray.

Para finalizar, elegimos quedarnos con las palabras de José María Delgado, quien expresó en honor al Padre de la Patria, dirigiéndose a él:

“Héroes, no hay pueblo que no los haya;

Pero tú vienes de mucho más hondo, de mucho más lejos

Que de los talleres de la batalla:

Tú vienes desde el fondo de los Evangelios

Trayendo en los hombros robustos el arca

De las libertades y la democracia,

Tallado como un Moisés o un Abraham,

Tú no eres el Capitán,

Sino el Patriarca.

Así llevaste a tu pueblo sobre el flanco,

En Éxodos que no tienen análogos,

Como si fueras la tierra misma;

Así dictaste tus decálogos,

Así tenía bíblica fuerza tu voz

Y solías subir como un viejo profeta,

A escuchar en lo alto de tu Meseta

La silenciosa palabra de Dios”